adiosbarriga - Mala nutricion y enfermedades causada por ella
El objetivo principal de este libro es enseñarle a cam­ biar sus hábitos alimentarios para perder el exceso de peso que pueda existir y procurar que se estabilice defini­tivamente, comiendo de todo sin restricción alguna.

En los capítulos anteriores asi como en el sistema incinerador de grasa hemos visto que el consumo de lípidos era responsable de la producción de grasas de reserva sólo cuando aquéllos eran ingeridos al mismo tiempo que los glúcidos, y en especial de los malos glú­cidos.

Ante eso, se podría pensar que está permitido comer im­ punemente todas las grasas que se quiera con tal de que no estén incluidas en una combinación alimentaria pro­hibida.

Naturalmente, no se trata de eso, y así lo hemos desta­cado cada vez que se nos ha presentado la ocasión del incinerador de grasa.

Modificar los hábitos alimentarios para adelgazar está bien, pero esta modificación es importante asimismo con un fin profiláctico, o sea con la perspectiva suplementaria de mejorar el estado de salud.
Se me ha reprochado que en la primera edición de este libro no he hablado del colesterol. Sin embargo, al princi­ pio tuve la intención de hacerlo y por ello me puse en con­tacto con varios especialistas. Pero ninguna de sus argu­mentaciones del incinerador de grasa coincidía exactamente, y como yo no soy médico, no me pareció razonable inclinarme por una po­sición en particular, áun cuando mi experiencia personal me había permitido hacerme una idea al respecto.


Hoy, cinco años más tarde, el problema del colesterol es objeto de consenso y existe un número impresionante de publicaciones sobre el mismo.

Por otra parte, el colesterol se ha convertido en una de las grandes preocupaciones de nuestra época dada su ini plicación en las enfermedades cardiovasculares. Es im portante, por tanto, analizar aquí el tema.
     UN FALSO INTRUSO
El colesterol no es un intruso. Se trata de una substan­ cia indispensable para la formación de cierto número de hormonas. El cuerpo contiene alrededor de 100 g de esta substancia, repartidos entre los tejidos del sistema ner­ vioso, los nervios y las diferentes células.
Está sintetizado en gran parte por el organismo (el 70 %); la bilis, especialmente, vierte de 800 a 1.200 mg/día en el intestino delgado.

El colesterol que nos preocupa generalmente es de ori­gen alimentario, aunque sea minoritario (un 30 %).

     EL BUENO Y EL MALO
El colesterol no se halla aislado en la sangre, sino que está fijado a las proteínas. Existen dos categorías:

    las lipoproteínas de baja densidad o LDL (Low Den- sity Lipoproteins) que distribuyen el colesterol en las célu­las, especialmente en las de las paredes arteriales que son víctima de estos depósitos de grasa.

Es por eso que el colesterol LDL ha sido bautizado «el colesterol malo», pues a la larga recubre el interior de los vasos y éstos se atascan.

Esta obstrucción de las arterias puede acarrear un acci­ dente cardiovascular:
    una arteritis de los miembros inferiores,
    una angina de pecho o un infarto de miocardio,
    un accidente vascular cerebral que eventualmente puede provocar una parálisis;
    las lipoproteínas de alta densidad o HDL (High Den- sity Lipoproteins) que conducen el colesterol al hígado para que allí sea eliminado.

Al colesterol HDL se le llama «el colesterol bueno», pues no se deposita en los vasos l’oi el contrario, tiene la propiedad de limpiar las arterias de sus depósitos ateromatosos. Se comprende asi que cuanto más elevada sea la tasa de HDL, menor es el riesgo de accidente cardiovas­cular.

 
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