adiosbarriga - Conclusiones alimentarias

Más de treinta años dedicados al estudio de la ali­mentación higienista, y ante todo su puesta en práctica, me permiten aportar mi pequeño grano de arena en esta cuestión.

Conozco bien las dificultades que encuentran los neófitos que desean introducirse en el tema, tanto aque­ llos que se alimentan de forma convencional como los que, de un modo u otro, modificaron ya su alimenta­ción. Deseo evitar que estas personas cometan faltas importantes durante el cambio, lo que podría provocar el desaliento y el abandono.

El error más corriente y más grave es querer refor­ mar la alimentación de manera excesivamente rápida, y aplicar sin transición y de forma estricta las reglas de las combinaciones alimentarias. Esta torpeza es muy co­ mún, no sólo en cuanto se refiere a este aspecto del higienismo, sino también por todo lo demás, y por eso, conviene hacer hincapié en que jamás procede actuar con prisa y sin la debida moderación.

Parece evidente que lo ideal sería que el hombre no mezclara sus alimentos. Puesto que hoy en día las mez­clas son inevitables para la mayor parte de nosotros, por lo menos deberían tenerse en cuenta las incompatibili­ dades, de acuerdo con los principios expuestos en este libro.



Ahora bien, durante miles de años el hombre ha ido heredando y ampliando desviaciones en su forma de vida en general y en su modo de alimentación en parti­ cular: esto ha dejado huellas fisiológicas y psicológicas, que a veces resultan difíciles de borrar. Por supuesto, esta adaptación incorrecta nos ha llevado a una notable degeneración física, fisiológica, mental y espiritual, por lo    que es imprescindible volver a unas normas más acer­tadas.




Romper de súbito con nuestros malos hábitos y obli­ gamos a la fuerza a seguir reglas estrictas, aunque ideales, genera reacciones fisiológicas de readaptación y de desintoxicación (náuseas, sensación de debilidad, etc.) muy normales y sin ningún carácter de peligrosidad, que generalmente asustan a las personas que no tienen un suficiente conocimiento de la psicosomática natural.

Estas reacciones son a menudo desagradables y pue­ den alterar de una forma pasajera el curso normal de la vida diaria, ya que son muy pocas las personas que tienen la posibilidad de interrumpir sus actividades el tiempo suficiente para lograr la total readaptación.

Pero el obstáculo más delicado se encuentra en el aspecto psicológico. Nuestra herencia, educación y «cul­ tura» han elevado en nuestro subconsciente barreras imposibles de echar abajo de golpe. Es menester tener muy en cuenta el factor tiempo, en relación con la facul­ tad de adaptación peculiar de cada uno. Varios meses, varios años (y quizás varias vidas) son necesarios para conseguir la anulación de la memoria negativa de nues­ tras células.

No se trata en ningún caso de crearse conflictos psi­cológicos en nuestra búsqueda del perfeccionamiento. Una alimentación (o un modo de vida) basada en el miedo, es peligrosa. Hay que cultivar la paciencia, la esperanza, la sabiduría y la alegría, y permitir que se vuelva a manifestar nuestro instinto perdido. Lo único importante es cambiar la manera de vivir y sobre todo de pensar (aunque sea muy poco a poco), recobrar la serenidad y la fe, y procurar ser feliz día tras día.

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